La IA está presente en casi todos los aspectos de nuestra vida, desde los asistentes virtuales hasta los sistemas de recomendación de productos. Avanza de forma imparable, y nos hacemos la misma pregunta, ¿cómo aseguramos que el uso de la IA sea beneficioso para toda la humanidad, sin poner en riesgo nuestros derechos, valores ni el medio ambiente?
Según la UNESCO, la respuesta radica en un conjunto de valores fundamentales que deben servir como base, para la creación y aplicación de cualquier sistema de IA.
El primer valor esencial propuesto por la UNESCO es el respeto por los derechos humanos y la dignidad humana.
¿Qué significa esto? que las tecnologías basadas en IA no deben ser utilizadas para menoscabar la libertad ni los derechos fundamentales de las personas.
Si la IA se diseña y luego se aplica sin un respeto pleno por la dignidad humana, podríamos estar abriendo la puerta a abusos como la vigilancia masiva sin justificación, la discriminación sistemática o la manipulación de decisiones en situaciones tan sensibles como los procesos judiciales o la contratación laboral.
Por ejemplo: imagina que un sistema de IA es utilizado para la toma de decisiones críticas, como la asignación de recursos de salud. Si dicho sistema no está basado en principios éticos y de respeto a los derechos humanos, podría acabar favoreciendo a unos grupos de personas mientras desatiende a otros, violando así el principio de igualdad y dignidad.
Otro tema es que la IA no es solo una herramienta técnica, también tiene el poder de transformar la sociedad.
La UNESCO subraya la importancia de vivir en sociedades pacíficas, justas e interdependientes.
Por ello, los sistemas de IA deben ser diseñados para fomentar la cooperación y la equidad entre las personas, y no para alimentar conflictos o desigualdades.
Se trata de que la tecnología no divida a las personas, sino que fomente la cooperación global, el entendimiento mutuo y la resolución pacífica de los conflictos.
¿Cómo se traduce esto en la práctica? Los sistemas de IA, en lugar de contribuir a la creación de burbujas de información o a la polarización de opiniones, deben ser capaces de promover el entendimiento y la paz.
Por ejemplo: en los conflictos bélicos, la IA podría ser utilizada para la mediación o la resolución pacífica, analizando datos y patrones que permitan prever tensiones y prevenir enfrentamientos violentos. De la misma manera, en tiempos de crisis, como pandemias o desastres naturales, la IA puede facilitar la coordinación entre distintos países y actores sociales para ofrecer soluciones colectivas.
La diversidad y la inclusión son dos principios clave que la IA debe respetar, según la UNESCO.
Las decisiones automatizadas de los sistemas de IA están influenciadas por los datos con los que se entrenan. Si los datos utilizados son sesgados o limitados, los resultados serán igualmente sesgados, lo que puede resultar en la exclusión de ciertos grupos de personas, como minorías raciales, sexuales o de género. La IA debe ser inclusiva. Debe ser capaz de reflejar la diversidad de la sociedad y garantizar que todas las voces, tengan una representación equitativa. De esta manera la inteligencia artificial podrá desempeñar su papel en la creación de una sociedad más inclusiva, justa y plural.
Por ejemplo: en el ámbito de la contratación laboral, un sistema de IA que no haya sido entrenado con datos variados de diferentes personas podría generar decisiones injustas, favoreciendo a ciertos grupos sobre otros sin tener en cuenta sus habilidades o el verdadero talento de cada uno.
Otro aspecto importante. La UNESCO destaca la importancia de que la IA se utilice para promover un entorno y ecosistemas que prosperan.
Los sistemas de IA deben ser desarrollados no solo con el objetivo de maximizar la eficiencia económica o social, sino también con la responsabilidad de proteger el medio ambiente y garantizar la sostenibilidad a largo plazo.
Por ejemplo: la IA puede jugar un papel fundamental en la gestión de recursos naturales, en la lucha contra el cambio climático y en la preservación de la biodiversidad. A través de modelos predictivos y la optimización de procesos, la IA puede ayudar a reducir el desperdicio de energía, predecir desastres naturales y gestionar de manera más eficiente los recursos hídricos y agrícolas. Sin embargo, al mismo tiempo, debemos tener cuidado de que la producción y el funcionamiento de los sistemas de IA no contribuyan negativamente al medio ambiente, especialmente en términos de consumo energético y generación de residuos tecnológicos.
Como conclusión, los valores fundamentales propuestos por la UNESCO para los sistemas de inteligencia artificial no son solo una guía ética para el desarrollo tecnológico, sino también una llamada a la acción para que la humanidad se asegure de que el uso de la IA promueva el bienestar común, la paz, la inclusión y la sostenibilidad. La IA debe ser una herramienta poderosa al servicio del progreso humano, respetando siempre los derechos y la dignidad de todas las personas, sin dejar a nadie atrás.